Las madres

El inicio del camino con las madres

Las madres

Esta es nuestra principal línea de trabajo, y de la que nos sentimos más orgullosos, porque nos demuestra que la transformación es posible y, aunque no podamos cambiar el mundo, sí podemos ayudar a mejorar la vida de las personas.

Todo comenzó en septiembre de 2019. En aquel tiempo estábamos liados con el proyecto de la energía. Tuvimos la ocasión de colarnos en una reunión que tenía la misión con 33 madres, representantes de varias comunidades rurales del puesto administrativo de Netia. Al principio se mostraron muy reservadas, pero poco a poco se fueron abriendo y nos fueron contando sus problemas. Estábamos allí para escucharlas. Básicamente pusieron sobre la mesa cuatro problemas: dificultades para conseguir agua, distancia de las comunidades con las escuelas, distancia de las comunidades con los centros de salud y la falta de electricidad.

los problemas levantados por las madres

Les dijimos que íbamos a intentar ayudarles, pero para poder ayudarles se tenían que dejar ayudar.  La Hermana Aurora, directora del  Instituto Politécnico Familiar Rural de Netía-Natete, les propuso una colaboración con la escuela agraria, de tal forma que la escuela agraria ayudaría a aquellas comunidades que reuniesen a un mínimo de 15 mujeres dispuestas a repoblar de plantas y árboles sus comunidades y a cuidarlos. Y así comenzó todo. A la semana siguiente aparecieron las primeras 15 madres y después de ellas, vinieron más. Y hubo un antes y un después.

Reunión mantenida con las madres en septiembre de 2019

Reunión mantenida en Septiembre de 2019

Reunión mantenida en Junio de 2022

Repoblación en las comunidades

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Actualmente se están haciendo labores de repoblación de árboles y plantas en 5 comunidades con más de 12.000 platas entre árboles frutales (mango, naranja, mandarina, ata, guanabana, papaya y guabas, etc.) y plantas nativas (chanfuta, casuarina y bailarina entre otras). El objetivo es repoblar 20.000 plantas y árboles al año.

Las asociaciones de mujeres

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En aquella reunión en septiembre de 2019 había 33 madres. En la actualidad se han constituido 5 asociaciones de muejeres (Madre Rafaela, Santa Mónica, Mademo, Murrapanila y Natete sede) con más de 150 madres a las que la escuela agraria está ayudando (con capacitación, semillas y herramientas) a mejorar su producción agrícola para que puedan ser autosuficientes y abastecer a sus familias, así como salir a los mercados locales, no sólo para generar economía en sus comunidades, también para que los alimentos lleguen a la población con precios justos que puedan pagar.  Los excedentes de la producción que no consiguen vender, se los compra la misión que, gracias a al sistema solar, pueden conservar en las cámaras frigoríficas y con ellos alimentan a los profesores y alumnos de la escuela agraria y a las niñas del hogar de niñas.

Todavía no se puede decir que hayan conseguido la autosuficiencia porque continúan los problemas de acceso al agua y conservación de los alimentos en las comunidades por la falta de energía, pero el camino ya está iniciado.

Lo más importante, desde nuestro punto de vista, es que las madres se están dejando ayudar y en estos momentos hay listas de espera para incorporar a madres de más comunidades (todo esto se está haciendo sin una línea de financiación, con los recursos que pone la misión y lo que les podemos enviar nosotros, y eso nos hace ir más despacio de lo que nos gustaría).

Nuestra hoja de ruta

Comenzamos con la repoblación como una forma de que las madres demostrasen su compromiso y, una vez demostrado, se ha ido avanzando con las asociaciones de mujeres y las mejoras en su producción para que confíen en nosotros y que comprueben que lo que hacemos no es para nosotros, ni para la misión, ni para la escuela agraria, es por y para ellas.

Una vez demostrado el compromiso y generados vínculos de confianza, vamos a intentar encontrar solución a los problemas levantados. Nosotros no podemos construir un centro de salud (la misión intentó abrir un consultorio y una farmacia pero la administración local no les dejó), pero sí podemos intentar mejorar la salud de la población a través de la nutrición, si podemos tratar de minimizar enfermedades a través de  la educación en las normas básicas de higiene y saneamiento.  Tampoco podemos construir escuelas de primaria (la misión también lo intentó, pero tampoco le dejaron), pero sí podemos construir una escuelita infantil para que los más pequeños. Respecto al acceso al agua y a la energía, cualquier tipo de instalación requiere un uso responsable, un cuidado y un mantenimiento, por lo que necesitamos seguir avanzando y trabajando con las asociaciones de mujeres, fortaleciendo la madurez, el compromiso y la confianza para poder poner en marcha soluciones comunitarias duraderas y transformadoras.

la hoja de ruta

Las madres han respondido. Se  han organizado y comprometido, y ahora nos toca a nosotros intentar ayudarles con los problemas que nos levantaron, por eso queremos construir la escuelita, porque ellas nos la pidieron, porque no quieren negar a sus hijos (y especialmente a sus hijas) las oportunidades que ellas no tuvieron.